domingo, 11 de noviembre de 2012

El mundo


Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. 

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que 
somos un mar de fueguitos. 


- El mundo es eso - reveló - Un montón de gente, un mar de fueguitos. 

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. 

Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. 
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. 


Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarles sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

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